El obispo Leproso-Nuestro Padre San Daniel, Gabriel Miró

miércoles, 24 de diciembre de 2008

De los libros que tengo entre manos, es probablemente de los más complicados. Leer una novela lírica no resulta especialmente sencillo cuando nuestro intelecto está acostumbrado a un desarrollo novelístico de acción: aquello de planteamiento, nudo y desenlace. Sin embargo a principios del siglo XX se planteó una curiosa disyuntiva. Superados, aparentemente, los planteamientos del realismo más puro, del naturalismo más excesivo, ya dije que se plantea una profundización en el ser humano que nos da como resultado una mayor espiritualida psicológica. Sin embargo, hay autores que desean superar este planteamiento que no deja de ser realista. Así se ponen los cimientos de lo que llamaremos Novela lírica. Ortega y Gasset será un fuerte defensor de este tipo de novela. Un avezado lector me dirá que la novela no puede ser lírica porque la lírica es poesía y la novela es prosa. Ahí, al menos en parte, está el quiz. La belleza, la descripción detallada, el detenimieno en la imagen es la idea de la novela lírica. No se narra, se describe y se ve a través de los ojos del que mira y del que siente.
Gabriel Miró bordó este género entre 1321 y 1926 con estas dos novelas que son una. Y si bien cuenta algo, lo que menos interesa es lo que cuenta mientras que el cómo lo cuenta es lo que hace de estas novelas algo especial. La vida y el desarrollo de Oleza podría haber sido el de una Vetusta más si Miró se hubiera detenido en la descripción a la que todos estamos habituados. Sin embargo, siendo una Vetusta más, una lectura detenida, calmosa (como lo es el propio desarrollo de la novela) nos hace sentir cada paso, cada ruido de la ciudad...Al contrario que un narrador realista que disecciona la parte de la sociedad que quiere describir, Miró muestra decorada esa parte de la ciudad. Se detiene en la hoja de almendro y uno puede ver, sentir esa hoja de almendro. Y si quizá interese menos el qué que el cómo, no deja de haber una sutil crítica social hacia ciertos elementos sociales y hacia esa ciudad levítica que es Oleza y que, se puede leer y extraer de la novela, no vive porque está anclada.
Son de resaltar los títulos ya que Nuestro Padre San Daniel hace alusión al influjo que posee ese santo, patrón del pueblo y como dice el autor al principio "cada pueblo elige su patrón"San Daniel es un santo bastante incómodo y posesivo. No se puede ser su devoto y serlo de La Visitación (convento cercano, más o menos rival) San Daniel lo domina todo y convierte en la ciudad en algo propio y levítico donde la religión es algo rígido y desacompasado. Pero, repito, todo esto debe ser extraido de la morosidad con que se nos cuenta...es una novela para leer entre líneas. El obispo leproso, es algo más de lo mismo, pero en este caso interesa el personaje del obispo: alguien ajeno al pueblo donde llegó en la primera novela. Y ese ser ajeno, ese no conocer será el desarrollo de parte de la obra.
La lepra del obispo se extrapola a la sociedad, la mancha en la piel es algo social y es que, como he dicho más arriba hay crítica social.

En esta novela Miró está mezclando ya tesis del modernismo inglés con las ideas que arroja Ortega y Gasset en Ideas sobre la novela una de cuyas ideas principales es, ya lo he dicho, que importa más el cómo que el qué.

Y digo de nuevo que, pese ser una novela de difícil lectura, su preciosismo no puede pasarse por alto en la historia de nuestra literatura ya que es sin duda necesario. En nuestra narrativa salvo casos excepcionales (Umbral por ejemplo) no tenemos esta literatura del cómo y es bien interesante, porque uno se puede sumergir más que avanzar en el argumento, en estas novelas uno descubre, es como la magdalena de Proust un descubrimiento pasivo, una revleación...y merece la pena.

Historia de Java, Elisabet Múlder

viernes, 12 de diciembre de 2008

De todas las entradas que tengo que escribir para este blog, quizá esta sea la más temible. Más que nada porque me adentro en la especialidad de mi profesora y espero no decir nada muy contrario a sus tesis.

Hoy nos ha contado que la autora tiró una vez un periódico que comenzaba la crítica sobre esta novela breve, cuento largo, diciendo que "java es un lindo gatito" Mulder decía que toda la fuerza de su personaje no cabía en un lindo gatito.
Aparecida en 1935 creo, y así lo hemos visto, que recoge las variadas corrientes que se dan en la prosa española del primero tercio del siglo XX. Estas son basicamente: los restos de un realismo-naturalismo-decadentismo, la prosa de vanguardia, la novela lírica y los restos del modernismo. Cualquiera, yo mismo, puede preguntarse cómo en apenas 50 páginas de historia, pueden mezclarse estas cosas. Una vez leída, comentada, lo voy teniendo más claro.
Es modernista en el preciosismo del lenguaje, en algunas descripciones uno siente viajar el cerebro a regiones ultraterrenas, casi paradisiacas.
Es ´lírica porque olvida las descripciones puras y duras en algunas ocasiones y lo que uno lee es lo que está sientiendo el personaje.
Es realista, porque en ocasiones coge esta banda del camino para mostrarnos una realdiad tal cual nosotros mismos la veríamos. Aunque a continuación percibamos el lirismo o el modernismo ya que, como digo, todo se entremezcla.
Y es de vanguardia porque introduce elementos de la máquina, más difíciles de ver quizá, que nos recuerdan a ese movimiento.

Palabras como fluídico, curiosa cuando menos, entre otras muchas, dan un tono especial al relato.

Java es una gata, nada destripo al decir esto. Pero es una gata, sobre todo, libre es, me parece, el resumen perfecto del sentimiento de libertad. Al leer sus actitudes luchadoras, independientes, uno siente la libertad asomando al rostro.
Sólo el amor de un ser humano es capaz de dominarla y ella siente esa dominación de una manera extraña porque no es tal, es una de esas relaciones, casi imposibles, de libertad entre los dos, en que los dos mantienen su independencia.

Es la primera obra que leo de esta autora, pero intentaré que no sea la última. Me ha gustado todo. Desde las descripciones de todo tipo, a la propia historia. Cualquiera podrá decirme que es un cuento infantil, pero aseguro que no lo es. Es un cuento largo de una profundidad sensorial que lamento no haber conocido antes. Sinceramente, no entiendo cómo en la literatura española echamos al saco del olvido escritores como Mulder...es nuestra idiosincracia, qué duda cabe, pero nos terminaremos arrepentimiento. Un pueblo que desconoce su historia está llamado a repetir sus mismos errores.

Niebla, Miguel de Unamuno

lunes, 27 de octubre de 2008

Creo que Miguel de Unamuno vivió en constante crisis existencial. Una crisis que podría definirse por una continua búsqueda de la verdad: en Dios, en el mundo, en la religión (que no necesariamente debe asociarse con Dios) en la filosofía y un largo etc. Búsqueda de la verdad hasta en el fondo de las palabras, las cuales usaba en su sentido primero y no con los sucesivos cambios semánticos. Hay un caso paradójico, La Agonía del Cristianismo, en el que se le quiso formar proceso y él dijo que agonía, en griego, significa lucha que es lo que él estaba mostrando en aquel libro. En un cuento leído en clase la paradoja y esa búsqueda continua de la verdad última de las cosas, de las palabras, de...se dejaba ver constantemente.
Luego, para ir entrando en Niebla, la angustia de unos seres bajo un hado extraño que a la larga decide sobre ellos, a toda costa, sin importarle nada. Esa angustia, la duda de si existe ese fatum, si ese fatum es bueno, malo o regular atormentó a don Miguel hasta sus últimas obras como deja traslucir muy bien en San Manuel Bueno Mártir. ¿Cómo hace un cura descreído, en crisis, para que el resto crea? San Manuel duda de la existencia de alguien allá arriba que guíe los destinos del hombre y siente la angustia vital de su autor.
El final de Niebla, supongo, es más conocido que su comienzo y sin embargo la mezcla entre ficción y realidad comienza desde el principio, con el prólogo de Víctor Goti, a quien Paloma Díaz Mas hizo una biografía. Víctor Goti es ya una creación de Unamuno, como lo será Augusto Pérez, pero ya su autor, su dios, los maneja a su antojo jugando con los lectores.
Niebla es una novela expresionista y completamente nueva. Huye de los cánones de la novela realista y naturalista y el narrador no sólo es omnisciente sino que termina participando en la obra.
Niebla es, en palabras del propio autor, una Nivola y Unamuno en el prólogo de esta obra dice
"[...] He oído también contar de un arquitecto arqueólogo que pretendía derribar una basílica del siglo X, y no restaurarla, sino hacerla de nuevo como debió haber sido hecha y no como se hizo. Conforme a un plano de aquella época que pretendía haber encontrado. Conforme al proyecto del arquitecto del siglo X. ¿Plano? Desconocía que las basílicas se han hecho a sí mismas saltando por encima de los planos, llevando las manos de los edificadores. También de una novela, como de una epopeya o de un drama, se hace un plano; pero luego la novela, la epopeya o el drama se imponen al que se cree su autor. O se le imponen los agonistas, sus supuestas criaturas. Así se impusieron Luzbel y Satanás, primero, y Adán y Eva, después, a Jehová. ¡Y ésta sí que es nivola, u opopeya o trigedia! Así se me impuso Augusto Pérez. Y esta trigedia la vio, cuando apareció esta mi obra, entre sus críticos, Alejandro Plana, mi buen amigo catalán. Los demás se atuvieron, por pereza mental, a mi diabólica invención de la nivola. Esta ocurrencia de llamarle nivola –ocurrencia que en rigor no es mía, como lo cuento en el texto– fue otra ingenua zorrería para intrigar a los críticos. Novela y tan novela como cualquiera otra que así sea. Es decir, que así se llame, pues aquí ser es llamarse. ¿Qué es eso de que ha pasado la época de las novelas? ¿O de los poemas épicos? Mientras vivan las novelas pasadas vivirá y revivirá la novela. La historia es resoñarla."

Niebla, cuenta, en principio la historia de Augusto Pérez, enamorado de alguien, que termina perdiendo y, por ello, perdiendo el sentido de la vida. Y es entonces cuando se revela contra su autor en un genial giro de Unamuno. El personaje establece un diálogo con su creador, como lo hace un ser humano con dios y se plantea las cosas que normalmente el ser humano se plantea cuando habla con dios. Y se plantean algunos de los tópicos unamunianos sobre la existencia y sobre todo uno que a mí, ya lo dije, me parece fundamental: somos marionetas en manos de un ser supremo injusto que hace con nosotros lo que quieres o qué somos en definitiva. Es el problema de Unamuno que pone en voz de Augusto Pérez que se siente traicionado por su creador al no poder alcanzar sus anhelos más profundos como por ejemplo en el amor.
Creo que la historia importa, pero no es lo fundamental en Niebla, me parece más importante el fondo y lo que Don Miguel nos quiere trasmitir...
Años más adelante, Ramón del Valle Inclán en Luces de Bohemia hará algo parecido, mirar a sus personajes desde lo alto más absoluto y convertirlos en sombra de personaje con los que hacer a su antojo absolutamente.
El siglo XX, como quien dice, comienza así a cambiar el fondo de la novela: en Niebla será un diálogo entre personaje y autor, pero más adelante sreán novelas sobre la novela, como El Novelista, de Gómez de la Serna, ensoñaciones que se mezclan con la realidad como Imán de J.Sénder, entre otras muchas. Creo que Niebla quiere abrir el camino a una nueva concepción del arte alejada de los rígidos estereotipos de la novela del XIX y además es una vez más la búsqueda de respuestas metafísicas que necesita Unamuno y que no encontrará, aparentemente jamás, porque cuando en 1931 publica San Manuel, sigue preguntándose lo mismo

Dulce Dueño, Emilia Pardo Bazán

viernes, 17 de octubre de 2008

El libro de que voy a hablar viene aquí no tanto por su historia, quizá también, como por su innovación.
Dulce Dueño es la última novela de la Pardo Bazán (1911). Doña Emilia es una prolífica escritora que toca, al menos, dos palos fundamentales de la literatura: el naturalismo y el espiritualismo. Dulce Dueño pertenece a este último.
El espiritualismo es un intento de superación del naturalismo. El objetivismo naturalista ha agotado la literatura que se ve ante nuevas corrientes en las que se incluyen las nuevas ciencias humanas que se sumergen en la conciencia y personalidad humanas (la psicología, por ejemplo) De repente la literatura se da cuenta, de nuevo, que la simple observación y descripción de la realidad no es suficiente, que existe un mundo interior de los personajes a tener en cuenta. De hecho, desaparece el narrador omnisciente a cambio de una suerte de monólogo interior (estilo indirecto libre) en que todo lo sabemos de boca del personaje/es principal/es. Otro elemento es el nacimiento de una nueva espiritualidad cristiana que inunda el fin del XIX y el comienzo del XX y que, por tanto toca a la novela y a la literatura.
Esto hace dos cosas: una ya le he nombrado, desaparece el narrador a la vieja usanza. La segunda es que el personaje se convierte en un héroe, a veces místico o con fuertes tendencias crisitianas, redentor, como el propio Cristo. Los dos ejemplos más fuertes los tenemos en Dulce Dueño de la Pardo Bazán y en Misericordia de Galdós. Este misticismo, esta vida cristiana etc. no siempre funcionan a favor del personaje que a veces termina en el arroyo de alguna manera. Luego existen diferencias entre ellas mismas ya que hay algunas que siguieron una estética rusa y otras una estética francesa. Las primeras trascurren en sociedades pobres, marginales, el héroe es alguien pobre que lucha contra aquello. En las segundas es al contrario, en clases sociales más pudientes, aparece un redentor que es mal tomado y acaba mal. Dulce Dueño es de estas últimas.
Es una excelente literatura, desde luego yo recomiendo estas dos que he mencionado.
Dulce Dueño es la historia de Lina, una mujer joven en busca del amor pleno y, por tanto, de la entrega absoluta. Nada de lo que hace la termina satisfaciendo. Necesita una entrega martirial, como la de su santa patrona Santa Catalina de Alejandría. Ella busca esa entrega, ese amor pleno en su vida, constantemente y al final lo encuentra en la caridad cristiana más determinada que, por otra parte, es complentamente incomprendida por los de su alrededor que la tachan de loca...Ese es el destino de estos nuevos héroes cristianos y tal: son locos, como lo fue el mismo Cristo y terminan felices pero mal...
Es un libro que merece la pena leer, creo , más por la nueva poética espiritualista que por la historia, aunque ésta también merece la pena por ver el desarrollo que le da la autora a sus personajes y tal.
Un 8 sobre 10

A modo de bienvenida

Este blog nace con una clara intención literaria. Su objetivo es ser el cuaderno de lecturas de una asignatura del máster de literatura española que imparte la Facultad de Filología de la UCM. La asignatura, impartida por María del Mar Mañas, comprende la prosa desde el postnaturalismo (década de 1890) hasta las Vanguardias (+/-1939)

El blog, tal y como lo he pensado, salvo la entrada dedicada a Dulce Dueño que ya está escrita en mi blog particular, irá dividido en partes de teoría y biografía de los autores y los comentarios de sus libros que son, al menos en parte (cuando no lo sean lo indicaré adecuadamente) lecturas obligatorias de esa asignatura.

Dulce Dueño de Emilia Pardo Bazán está escrito previamente así que simplemente copiaré aquella entrada aquí sin hacer alusiones nuevas dentro del post. Posteriormente iré hablando del autor, de la redacción de la novela (si existen datos) del momento histórico y del momento literario (por ejemplo, Imán de Ramón J.Sender y los sucesos de 1923 en África insertados dentro de las Vanguardias)

Así que no sé cuánta vigencia tendrá este cuaderno de lecturas ya que nace con un claro objetivo y una vez llevado éste a cabo no sé cómo seguiré o siquiera si lo haré.

De momento aquí comienza Luces de Novelas, clara alusió a Ramón del Valle Inclán y a sus eternas luces de bohemia...aunque no creo que esto aporte muchas luces, se hará lo que se pueda.